sábado, octubre 30, 2010

Introducción. El diario de clase para qué


Por Martha, maestra

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La vida del diario será la vida que demos entre todos y todas


Por Lisa, maestra

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miércoles, septiembre 29, 2010

Crónica del campamento en Xico, grupo de tercero de primaria. 11 y 12 de junio de 2010


Por Diego, Lily, Camilo, Saulo, Iván, Ian, Caty,

Camila, Héctor, Rosa y Paty.



¡Nos vamos! Una salida llena de impaciencia, energía, nerviosismo, todo junto. Nuestro destino: Xico. Los niños en la pelea por los lugares en la camioneta, al fin, todos acomodados salimos de la escuela. Olvidamos los jugos, nos paramos a comprar queso…y empezaron los cantos, son como una expresión de libertad: “¡allá vamos!”


Por supuesto que llegamos en poco tiempo. Aun así cuando pareciera un paisaje común y por demás conocido, los niños fueron encontrando algo nuevo o algo que compartir que pudiera resultar interesante para todos: la casa de Héctor, los cafetales, el puente de San Marcos, la propaganda política, y el inconfundible cerro Acamalin que anuncia la llegada a la población de Xico. Xicochimalco, en voz náhuatl “en el escudo de los jicotes” o “en donde hay panales de cera amarilla”, es una ciudad mágica, colonial, bien conservada y de tradiciones muy arraigadas.


Tomamos camino hacia la zona en la que haríamos nuestras primeras observaciones del entorno. “Subimos una montaña y vimos un riachuelo que estaba contaminado, muchas libélulas, una planta que parecía girasol, una paloma blanca y una mariposa de color naranja con rayas negras”, (Saulo). Esta es una zona cafetalera por excelencia; sin embargo la presencia de la ganadería extensiva ocupa grandes espacios desapareciendo incluso áreas que alguna vez fueron bosques de niebla. El relieve montañoso no perdona estos descuidos y así dejamos que nos cayera el sol en la cabeza para sentir su fuerza y lo que ésta puede hacer a la flora y la fauna del lugar, ya de por sí afectada.

Fuimos a un potrero con pocos árboles, nos quedamos diez minutos en el sol, registramos la temperatura: 31 grados. Tomamos un poco de agua para no deshidratarnos y seguimos la caminata a un cafetal. Ahí desayunamos”, (Ian).


Terrenos en los que, se percibe una devastación, pueden mirarse a través de los ojos de una niña como “una montaña bien hermosa, con el pasto bien cortadito” (Caty). Por fortuna colindan con una finca de café organizada, limpia y cuidada. Ahí fuim

os para percibir las diferencias entre ambos espacios.


Registramos a intervalos la temperatura, sentimos la frescura del lugar, y así se fueron descubriendo detalles, semillas, aves, plantas, bichos… y chaneques. Los chaneques cobran vida en las fincas de café, figura imaginaria que se hace presente y juega, reta, se esconde y desorienta. Decidimos jugar con ellos, solo que antes había que ponerse las camisetas al revés para evitar que nos hicieran perder el camino para salir del cafetal.


El calor del medio día nos apresuró para llegar a la cabaña a ponerse el traje de baño y…¡a la alberca!. “Rosa y Paty nos dijeron que nos cambiáramos para meternos a la alberca, dejamos algunas cosas tiradas, yo a lo loco me quité las chanclas y de un chapuzón me aventé. ¡No podía creer lo fría que estaba el agua!” (Iván).


En un rato, los equipos empezaron a cumplir organizadamente con sus roles, “Diego preparó la ensalada, yo hice las carnes y Lily preparó el agua de naranja” (Iván). Comimos bien y suficiente, quedó todo limpio…bueno, lo suficientemente limpio.

Salimos por la tarde a visitar el casco de una hacienda que data del siglo XIX, ubicada en el camino a la cascada de Texolo. Nos recibe un personaje bastante peculiar, el señor Amado, cronista de la ciudad. Los niños se interesan en su plática y e

mpiezan a hacerle preguntas. “Por fin pasamos a la hacienda, vimos retratos antiguos, pinturas, una cama, una espada, alfombras viejas, un muñeco que parecía choqui porque estaba raro y sin un brazo en una caja de cristal con madera” (Camila).


Ellos fueron colocando de manera atemporal en su cabeza la información recibida, lo cual dio pie a comentarios como el de Diego: “Vimos choquis antiguos, las otras salas estuvieron bien chidas por lo antiguo. Me gustó por las computadoras anteriores del siglo XIX” (eran máquinas de escribir). “En el museo había exprimidores de limones de madera, un piano de ciento dos años y un armonio de iglesia” (Camilo).


Salimos del Casco de San Bartolo hacia la cascada de Texolo. Ya oscurece. De regreso en la cabaña, aparece el hambre…los panecitos xiqueños que fuimos a comprar, las donas, el chocomilk. Otra vez los equipos funcionaron bien, repartiendo a todos por igual o decidiendo cómo partir un pan para que a todos les tocara. Había que terminar el día, cerrarlo para que las cosas experimentadas no se nos fueran al aire. Se sentaron a escribir su crónica, cada quién con lo suyo, con sus vivencias y sentires, recordando aquello que les hizo su día y escribiéndolo en su libreta de campo.


La hora de acostarse a dormir es toda una danza. Van y vienen al baño, por agua, se pasean, se cambian, se acomodan, desacomodan, van a ver qué pasa en la otra recámara, platican, juguetean hasta que se hace necesario un grito desesperado: ¡YA, se acaba la actividad, ni una linterna, no más ruidos, cierras los ojos y se acabó! Por fin callados. Y la lluvia se deja sentir como brisa dentro de la cabaña, afortunadamente solo fue un momento y pudimos arrullarnos con el sonido del río. Silencio…que todo duerma ya.


Amanece y las primeras vocecitas se escuchan sin piedad de aquellos que todavía guardamos algo de sueño. Y otra vez el bullicio, las idas y venidas, las anécdotas nocturnas, los sueños. El equipo responsable del desayuno prepara quesadillas, jugo, leche con chocolate y uno que otro panecito que también sobró de la cena.


Al terminar de limpiar y levantar los trastes, recuperamos con la información obtenida con anterioridad, ese momento en el que los españoles arribaron a las costas veracruzanas, el impacto que tuvo en las culturas ya establecidas, las rutas que siguieron, su ubicación en un gran croquis y la relación de algunos de esos hechos con nuestro viaje a Xico, que eran precisamente los que nos llevaron a realizarlo. Entendimos un poco más que las tierras que hoy pisamos, fueron transitadas por otras personas, con otros motivos también fueron escribiendo la historia de nuestro país.


Y, finalmente, un pequeño recorrido por la ciudad, la visita al museo de figuras de hoja de maíz, el helado en la plaza, el mole y el pan dulce, para llevar a casa un recuerdo de este campamento. Después de la comida los papás estarían ya en la escuela esperando nuestra llegada.



domingo, junio 27, 2010

Nace el río, crónica de la excursión.

Por Patricia Santín, maestra
Fotografías Marián Mortera / Patricia Santín


Recopilación de textos de la crónica oral que elaboraron los grupos, con las maestras Tere Ruiz y Marián Mortera.


Crónica de la excursión de los niños y las niñas de preescolar y primaria a “Nace el rio” en Actopan, Ver. Mayo 28, del 2010.


Una salida con los más pequeños de la escuela es sin duda algo muy distinto a lo que se vive con los chicos mayores. Los tiempos, las horas, los minutos transcurren en otra dimensión con intensiones diferentes, con otra libertad.


“Nos vinieron a dejar papás o mamás solitos…porque alguno de ellos estaba en el trabajo”.

“El viaje fue muy largo, íbamos cantando canciones…un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña…había neblina en Xalapa y después escuchamos las chicharras”.

Así iniciamos este “campamento” que para ellos fue enorme, un día que se vivió intensamente, en el que hubo de todo lo que normalmente hay en los otros campamentos: diversión, conocimiento, moscos, tierra, alberca, animales, plantas, caídas, tiendas de campaña, comida rica…todo en once horas.




“La puerta del campamento estaba cerrada y fuimos por las llaves para abrir, si no, no nos hubiéramos divertido. Abrieron el portón y…¡ehhhhhh! ¡Sí fue muy divertido! Vimos muchas piedras y una palapa. Había caminitos para no pisar las plantas y teníamos que cuidarlas. Paty nos dijo que no moviéramos las piedras porque podría salir algún bichito venenoso y picarnos.”




En un ambiente así, tan lleno de vida, todos los niños quieren hacer suyo un pedazo, ya sea atrapando un bicho, recogiendo una piedra, oyendo el canto de algún pájaro. Con todo se quedan, todo les pertenece.



“Con René (el biólogo) fuimos a buscar bichos.

Andrea atrapó una mariposa, la llamamos Naranjita, a ella le gusta una planta que se llama hawaiana porque ahí pone sus huevecillos. Sebastián atrapó dos hormigas.”



Las condiciones del clima en esos momentos nos dejaron hacer ese pequeño paseo hasta que el calor se hizo sentir con mayor intensidad. Momento de instalar la tienda de campaña, necesaria en todo campamento y prepararse para disfrutar de la alberca.




“Algunos cooperamos con René y con Paty para armar la tienda y ahí las niñas nos pusimos el traje de baño. Los niños se cambiaron afuera.



Y en la alberca, todas las sensaciones: “el agua estaba helada, sentí frío, yo miedo; a mi me encantó, Tere nos ayudó a nadar y Marián nos cargó a todos en la espalda”.



La hora de la comida fue como cumplir la formalidad de darle al cuerpo lo que requiere y ya está…seguir adelante con todo lo que aun quedaba por hacer. Se sientan a la mesa, toman su alimento, entregan su plato y siguen caminando, no hay tiempo que perder. Hicimos juegos de cadenas alimenticias, ellos definían una específica y jugábamos el rol que nos correspondía, de cazador o cazado. Así resulta más fácil entender lo difícil que resulta la supervivencia para algunos. Un halcón, algunas ranas y muchos bichos diversos tuvieron que luchar por un rato para no ser cazados por su depredador. ¡Todos corrían por su vida!




Nos preparamos para la visita al aviario y al mariposarioque se ubican a escasos dos kilómetros del campamento, sobre la carretera que lleva al pueblo de Actopan,

en el Descabezadero, lugar en donde nace el río Actopan, de ahí el nombre del campamento en el que estuvimos: “Nace el río”.


“René era el guía, y la regla para visitar el lugar era no correr ni caminar delante de él. Nos enseñaron una montaña con hoyos, ahí vivían unas iguanas negras que en la cola tenían picos. No las pudimos ver. Entramos al mariposario y vimos las mariposas búho, que son nocturnas, estaban como dormidas. Les pusieron unos platitos con comida, eran mangos rebanados. Hay muchas plantas, diferentes porque no a todas las mariposas les gusta la misma para poner sus huevecillos, a cada una le gusta una planta diferente para chupar el néctar.






En una vitrina había mariposas que ya iban a nacer y algunas ya habían nacido para que las pudiéramos liberar. No alcanzaron para todos porque había poquitas.



Las larvas de las mariposas búho son casi del tamaño de nuestras manos. En otra vitrina tienen muchas de diferentes colores y formas, pero ya están muertas. Son sólo para que las conozcamos.”




“En el estanque que está dentro del mariposario, viven muchas tortugas junto a unos lagartos pequeños, que están ahí porque si los dejan con los grandes, les quitan su comida”.

“En el aviario primero vimos a un tucán macho que le quitaba las plumas de la cola a otro porque así le decía que ése era su lugar y no lo dejaba comer. Los pericos de cabeza amarilla hacían mucho ruido y decían: ¡corrito, cotorrito! Las cotorritas cuchas eran muy escandalosas, estaban aprendiendo a volar. Una guacamaya que René sacó de la jaula tenía el ala lastimada, era una guacamaya militar. También había un pato muy grande. Afuera del aviario vimos una serpiente, la pudimos tocar y apestaba para defenderse. Había unas iguanas, la hembra puso sus huevos bajo la tierra y estaba muy flaca. En el estanque estaban los cocodrilos grandes, ellos salen a respirar y vuelven a meterse en el agua. Y por último vimos una lechuza bebé, la tenían en una jaula porque se había caído de su nido y así la estaban cuidando para que no se lastimara. Cuando crezca la van a liberar.”


Este espacio es una UMA (Unidad e Manejo Ambiental). Aquí de manera organizada se protege la flora y la fauna del lugar además de promover la reproducción y cuidado de ciertas especies de la flora que pudieran estar en peligro de extinción. Igualmente recuperan animales que pudieran estar ilegalmente en cautiverio, como mascotas en lugares no adecuados para ellos o lastimados de manera que no puedan resolver su supervivencia por sí solos.


“Ahí se terminó el recorrido, regresamos al campamento por nuestras mochilas y nos despedimos de Ernesto, de René y del campamento “Nace el río”. Prometimos volver más grandes para quedarnos a dormir. Ya en la camioneta nos quedamos dormidos y cuando despertamos ya estabámos de regreso en la Tlalne. Nuestros papás nos recogieron. Estuvimos muy felices.”


Campamento Express para las maestras, pero para ellos ¡toda una aventura!





sábado, mayo 22, 2010

Crónica del campamento de la Tlalne

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Por Ximena, Jimena, Nina, Tamara, Io y Patricia
Fotografías de Jimena


Cada año en la Tlalne realizamos un campamento o viaje de estudio, los de preescolar son salidas cortas. Es en la primaria donde los viajes se pueden hacer más largos. Los primeros campamentos fueron aquí en la escuela. Cada vez que salimos aprendemos a cuidarnos solos y a colaborar con nuestro equipo para pasarla bien.

Aprendemos también cosas nuevas al visitar muchos lugares. Este año 2010, el viaje de estudios de los grupos de 4º, 5º y 6º grados fue a Tlapacoyan, Veracruz. Los otros grupos harán también sus campamentos, ellos les contarán después. En el trayecto nos detuvimos en varios sitios para realizar observaciones en el bosque de la Joya y en el valle de Perote. Ya instalados en el Rancho Hotel El Carmen, en la ciudad de Tlapacoyan, visitamos un sitio arqueológico y la cascada del Encanto. El tercer día salimos hacia el Centro Tortuguero Marcelino Yépez, ubicado en el Raudal, cerca de Nautla para regresar después a Xalapa.

Para trasladarnos se necesitaron dos camionetas: una roja y una blanca. En la roja iban María, Andrés, Dafne, Azul, Nina, Eric, Fátima, Alejandra, Itzel, Patois, Martha Baena, Martha López, nuestra guía espiritual (jijiji). En la blanca iban Natalia, Emiliano, Martha (la alumna), Las JXimenas, Io, Tamara, Gretel, Lalo, Elisa, Isidro y Lisa (la otra guía espiritual, jijiji).


EL BOSQUE DE PINOS
Por Itzel y Emiliano


Primera parada.
Visitamos los alrededores de Viveros Paraíso. Este lugar se encuentra muy cerca del poblado de La Joya, a 2303 msnm. Cuando llegamos sentimos mucho viento y un poco de frío. El vivero estaba cerrado y esto nos permitió conocer sus alrededores. A unos 100m. del vivero encontramos que a cada lado del camino había dos diferentes tipos de pinos.

Observamos varias diferencias entre los pinos sembrados con fines comerciales y los que están sembrados naturalmente. Una de ellas es que los pinos de la plantación comercial tienen el suelo más seco que los árboles sembrados naturalmente, los cuales tienen la tierra más húmeda.

Los pinos comerciales tienen el tallo más delgado y crecen más juntos, ordenados en hileras y todos son iguales. En el bosque del otro lado del camino había más variedad de árboles y de otro. En sus tallos crecen tenchos, musguito y están más húmedos.

Almorzamos en este lugar, que tenía una vista muy bonita hacia unas antenas. La vegetación ya no era la misma que en Xalapa, el aire que se respiraba se sentía diferente…hasta que nos llegó un olor asqueroso, pensamos que podría ser un basurero, no podría ser otra cosa. Algunos seguimos el camino para ver de qué se trataba y encontramos ¡un tlacuache muerto!, también basura regada, plásticos, en fin, un basurero. Fue penoso, porque ahí había también una casita habitada. Pensamos que no puede ser que en donde haya seres humanos, el paisaje se deteriore de esa manera.

Escuchamos un ruido, estábamos parados justamente debajo de unos cables de alta tensión. Es tanta la energía que se traslada por esos cables que hasta zumbaban. Desde ahí se podían ver los “parches” en la montaña, que son extensiones de tierra en las que todavía se conserva un área de bosque. Volvimos a las camionetas y seguimos el viaje. Poco a poco íbamos saliendo de la zona montañosa hasta que el camino se hizo plano. Llegamos al valle de Perote. El sol se sentía muy fuerte y había viento. Isidro escogió un lugar de por ahí para hacer otra parada para que Martha Baena nos explicara porque cambió tanto el paisaje.


EL ALTIPLANO
Por Eric y Martha

Segunda parada.
Observamos que en el altiplano la vegetación está formada principalmente de cultivos de haba y árboles de baja estatura. Hacía mucho calor. El sol se sentía muy fuerte, a esa hora caía directo sobre nuestras cabezas, si estuviéramos en el otro horario, serían las doce del día porque nuestra sombra estaba en los pies. En estos lugares altos y secos durante el día la temperatura varía de 28 grados a 30 grados centígrados durante el día y en la noche puede bajar hasta 4 y 5 grados centígrados.

También observamos que había plantas que eran familia de las gramíneas. Crecen en este tipo de clima porque resisten esos cambios de temperatura. Su forma propicia la presencia de artrópodos generalmente. Son un grupo de plantas al cual pertenece el maíz, los pastos, etc…

El tipo de suelo cambió drásticamente de ser tierra y roca a ser arena muy caliente. La altitud aproximada es de 2350 a 2400 msnm. De ahí, a la 1:33 pm. nos fuimos al rancho hotel de Tlapacoyan.

El viaje del altiplano al hotel duro aprox. 2 horas porque además de que tuvimos que parar en una gasolinera porque Tamara tenía ganas de ir al baño y otros aprovecharon también. El tráfico iba muy lento y la carretera tenía muchas curvas. Pasamos otra vez por zona montañosa pero diferente a la de la Joya.




Tercera parada.
Por fin, ya cansados llegamos a Tlapacoyan, pasamos el pueblo y llegamos al Rancho Hotel El Carmen, es un lugar padrísimo que tiene cafetales y muchísimas plantas entre las que se encuentran árboles muy viejos. La alberca fue lo mejor, pero como llegamos con mucha hambre, no nos dejaron nadar sino hasta por la tarde. Comimos mucho y riquísimo, luego pusimos las tiendas, organizarnos cómo y con quién íbamos a dormir, y desempacamos nuestras cosas. Lo bueno es que no hubo mucha discusión por las tiendas y rápido estaba cada quien en la suya.

Trabajamos un rato por equipos, escribimos nuestras observaciones para hacer los textos después. Ya sentimos el calor del lugar y las ganas de nadar aumentaron, hasta que ¡por fin! Las maestras nos dejaron y corrimos a cambiarnos. Todos nadamos y nos echamos por la resbaladilla. Llegó un niño que tenía una rana de mascota y la metió a la alberca: ¡todos gritamos!.


Antes de la cena, nos bañamos con jabón (así dijeron las maestras, quién sabe por qué) Después fuimos a cenar muuuuy rico y a dormir, ya que al día siguiente tendríamos muchas actividades y había que levantarse temprano. A algunos todavía les quedaron ganas de ir a una caminata nocturna en el jardín del hotel, vimos hormigas y nos platicaron de la antigüedad de ese lugar.

Segundo día, el despertar.
No hubiéramos podido dormir tarde ya que millones de aves empezaron a cantar desde muy temprano, antes del amanecer y algunos compañeros también empezaron a “cantar” a esa hora. La buena noticia era que ¡No nos llovió! Empezaron a encontrarse cosas sin dueño por el jardín y Paty tuvo que hacer una revisión del orden en las tiendas. A los que tenían cosas revueltas o tiradas les tocó desayunar al final. Empezamos los preparativos para salir al sitio arqueológico, que estaba como a 40 min. del hotel. Empacamos nuestros almuerzos, agua, libretas y salimos como a las 9:15 de la mañana con rumbo al…

CUAJILOTE
Por Natalia y Lisa

Cuarta parada.
En el camino al sitio arqueológico vimos muchas plantaciones de plátanos. Ya cerca, a las 10:24 vimos un árbol con nidos de oropéndolas Llegamos a las 10:34. En la entrada del sitio había vacas, becerros, ovejas, y un pequeño riachuelo. Ya dentro de la zona, Elisa la maestra nos organizó en equipos con los que trabajaríamos y nos dio unas tarjetitas por equipo con el nombre del edificio que teníamos que observar y algunas preguntas que había que responder. Hacía muchísimo calor y un solazo tan fuerte que sentías que te cocinaba el cerebro y costaba trabajo pensar. En el sitio se asentaron los totonacas, huastecas y los aztecas. Varias de las pirámides o monumentos estaban construidos en tres momentos o sea, una fase por cultura. Alrededor de algunas pirámides todavía hay pedrería de obsidiana, cerámica u objetos parecidos que utilizaban los antiguos habitantes de la zona.

Se sabe que esta zona pagaba tributo a los aztecas con plumas de ciertas aves y que más abajo por el río, en Vega de la Peña se reunían dichos tributos. Tal vez las plumas eran de tucanes, aves típicas de este lugar.

Las pirámides estaban pintadas con cal porque algunas aún conservan piedras. Nos dijeron que además de pintarlas con cal usaban tintes azules. Se cree que la pintura se hacia con plantas, hierbas, insectos e incluso con sangre.

A grandes rasgos, este era un centro ceremonial cuya plaza mayor estaba formada por varias edificaciones: ubicado al norte se encontraba el juego de pelota y al sur el templo mayor. A lo largo de ambos lados de la plaza hay varios edificios, algunos no han sido restaurados.

El adoratorio 2, que es el más grande, se cree que era utilizado para adorar al sol y a la vida. Pensamos que era para adorar al sol porque estaba ubicado al este y como el sol sale al este tal vez tenía que ver.

El juego de pelota estaba relacionado con el culto de la fertilidad, en el cual la sangre derramada por los jugadores que eran decapitados, fecundaba la tierra y así garantizaba el sustento necesario para la continuidad de la vida.

Regresamos al rancho-hotel. Isidro intentó convencer a Paty que nos dejara meternos a la alberca, pero no lo logró. Comimos y después tuvimos un rato libre. La actividad de la tarde de ese día era conocer la cascada El Encanto, que forma parte del río Bobos. Para llegar a la cascada se tiene que ir en balsas y remar un poco río arriba. No fue complicado porque la corriente estaba muy suave. Primero Israel –el guía- e Isidro inflaron las balsas. En lo que terminaban, recogimos basura, llenamos como tres bolsas. Pusieron un chaleco y un casco a cada quién. Martha Baena encontró las pieles (exubias) de unas chicharras y nos explicó su ciclo de vida. Ya todos listos, nos dieron muchas instrucciones y nos trepamos a las balsas. Como a Jimena no le tocó remo se puso como la del Titanic. Claro que la sentaron de inmediato. “Empezamos a remar, al principio en círculos porque no sabíamos; después que ya pudimos remamos hacia la poza que según yo era una cueva, pero no, era una poza. Entramos lentamente a un cañón, la sensación era inexplicable…” (Ximena).

La humedad se siente en el rostro, las golondrinas vuelan y algunas plantas crecen en lo alto y se encuentran con el sol. Al fondo de esta falla geológica, la cascada. Para acercarnos a ella, dejamos las balsas y seguimos caminando. El agua fría no impidió que nos metiéramos a nadar a la poza que forma la caída de agua. Queríamos quedarnos ahí por mucho tiempo, el agua brota de las paredes y sale limpiecita. Se forma una playita de arenilla y piedritas que se van erosionando y las arrastra la corriente. Antes de salir del cañón, nos echamos un brinco hacia la otra poza en donde se habían quedado las balsas. Algunos no quisieron porque sintieron que estaba muy alto (ni tanto, eran como 2 metros), pero saltamos y fue padrísimo.

Poner lo de la basura, que recogimos y lo de nadar en el río cuando íbamos río abajo todos iban gritando: ¡remen! y otros contestaban: sos, ¡remen! sos, ¡remen! sos. Un poco simple… pero nos divertimos haciéndolo. Nos dejaron bajarnos de las lanchas para nadar río abajo dejándonos llevar por la corriente. Lisa y Paty llevaron las camionetas más adelante a una playita a la orilla del río y ahí nos salimos.. Israel nos dijo que este río en el que nadamos también era conocido como el Alto Filo, eso quiere decir que al desembocar en el mar ya es el río Nautla que cruzaríamos al día siguiente y que es enorme.

De regreso al rancho hotel unos nos fuimos caminando y otros (los flojos) en camioneta. Íbamos empapados. Los que caminaron vieron un paisaje como los de Jurasic Park o de la película de Madagascar: paredes de piedra muy altas y mucha vegetación y el río allá a lo lejos. Nos metimos a la alberca al llegar al hotel, luego de la cena, un rato de reunión para recordar lo que hicimos en el Cuajilote. Algunos ya se estaban quedando dormidos en su silla, así que nos apuramos hacer los comentarios de la visita y nos fuimos a descansar… ¿a descansar?.

“Intentamos dormir temprano y no pudimos por la plática de Marthita. Se puso un short, quién sabe para qué pero bueno, hasta hizo que nos volteáramos… ¡ay Marthita!. Yo, Ximena, fui la primera que cayó dormida, después Marthita, de ahí María y al final Itzel. Marthita roncó toda la noche, pero yo ya estaba bien dormida, zzzzzzzzzzzzzzzzz”.

Tercer día.
¡NOOOOOOOOO! Se inicia el tercero y último día del campamento. No nos queríamos ir, todo había estado tan padre que queríamos quedarnos. Pero ni modo, levantamos las tiendas, empacamos y salimos después del desayuno hacia Nautla, Nos prepararon en el hotel un almuerzo que pusieron en platos de unicel…bueno, llenamos las cantimploras, metimos todo a las camionetas y ¡adiós!, ¡queremos regresar!, ¡no me quiero ir!. Iniciamos el recorrido que nos llevaría hacia el campamento Tortuguero, y eso estuvo muy interesante.

CUIDADO DE LAS TORTUGAS MARINAS
Por Azul, Dafne y Lisa

Quinta parada final.
Llegamos al Centro Tortuguero a las 11:22 de la mañana, donde Ricardo Yépez nos estaba esperando. Bajamos de la camioneta, saludamos y nos dirigimos al salón de conferencias. Nos presentaron a Ana, una inglesa y a la esposa de Ricardo que se llama Pepi y es finlandesa. Ambas están ayudando a la conservación de las tortugas, haciendo equipo con Ricardo y su mamá, que es la directora y fundadora del Centro.

La conferencia sobre las tortugas marinas y acerca del trabajo que realizan en el Centro fue muy interesante. A grandes rasgos, la información que compartió con nosotros fue:

Las tortugas marinas son una de las especies más afectadas por el calentamiento global causado por el efecto invernadero y la contaminación.

Todas las tortugas marinas regresan a donde nacieron para poner huevos. No se sabe con exactitud cuánto vive una tortuga marina, pero... más de 100 años seguro.

Las tortugas marinas no se pueden reproducir en cautiverio, por lo tanto no las podemos comprar en los acuarios.

Hay 8 especies de tortugas marinas en el mundo, de las cuales hay 7 desovan en México:

• Verde
• Caguama
• Golfina
• Negra
• Carey
• Laúd
• Lora

Todas las tortugas desovan en la tierra incluyendo las terrestres y las dulce acuícolas. Las tortugas marinas están diseñadas para nadar mejor y no pueden esconder ni la cabeza ni las patas. La tortuga Lora es la que más está en peligro de extinción y habita sólo en México, también es la más pequeña. Una de las razones es que es la única que desova de día, entre las 11 a.m. y 6 p.m. Pone entre 50 y 160 huevos. Así es fácil que los depredadores la alcancen, la temperatura es muy alta a esa hora y los humanos irresponsables roban los huevos del nido.

La mamá deja una capa de oxígeno entre los huevos y la arena para que puedan respirar. Sus nidos no son muy profundos debido a que las aletas de la mamá no son muy largas, por lo cual, cuando alguien pisa el nido rompe la capa de oxígeno y por lo tanto también rompe los huevos. Las tortugas salen del mar a poner sus huevos a principios de febrero. La tortuga Lora se alimenta de medusas, algas, pastos marinos, camarones y cangrejos.

Los ríos llevan las bolsas de plástico al mar, donde las tortugas las confunden con medusas, se las comen y se mueren. La mayoría de las tortugas Loras encontradas muertas es porque comieron una bolsa de plástico.

La tortuga Verde sale en la noche a desovar. Las investigaciones indican que esta tortuga es la que mejor se está adaptando y es la más abundante.

El nido de las tortugas verdes mide 1.00 m de profundidad debido a la longitud de sus aletas. Se alimenta únicamente de algas y pastos marinos, lo cual le beneficia porque no se come las bolsas de plástico. La tortuga Caguama come de todo, es decir, es omnívora. Una tortuga tarda 50 días en nacer, el tiempo de incubación es de más de un mes.

Cuando las torugas ponen los huevos, no se sabe si es macho o hembra, La temperatura en el nido ira definiendo el sexo de las tortugas en determinado momento de su desarrollo; Cuando la madre desova busca una temperatura en la arena. Si la temperatura es mayor de 30 grados, se define como hembra y si es menor se define como macho.

Con el calentamiento global normalmente la temperatura es mayor a los 30 grados, por lo tanto hay sobrepoblación de hembras y su ciclo de apareamiento se atrasa.

Cuando los crios de tortuga salen de su nido pueden quemarse por la temperatura de la arena. Las tortugas son muy apegadas a sus hermanas, tanto que antes de salir del nido hacen formaciones de hasta 20 tortugas y las primeras que salen distraen a los depredadores (que en un inicio son cangrejos, luego aves marinas ) para que sus hermanas logren llegar al mar.

No liberamos tortuguitas porque las tortugas mamás llegaron tarde a desovar, y en el momento de nuestra visita, no habían nacido todavía.

Probablemente las 180 tortugas que murieron por el petróleo fueron las que tenían que llegar a desovar a nuestras playas.


Antes de irnos comimos un lunch que consistió en un rarísimo sándwich, un boing de 200 ml y una manzana amarilla. Tomamos camino hacia la Mancha y en la camioneta fuimos discutiendo sobre la inmortalidad del cangrejo que se come a las tortuguitas cuando recién salen del nido.

Sabemos que ese Centro sobrevive de las donaciones que las personas que lo visitan hacen a quienes trabajan ahí, hay veces que no han tenido para ponerle gasolina a la moto que utilizan para hacer los recorridos de vigilancia en la playa, por eso hicimos una cooperacha y les dejamos algo de dinero para lo que hiciera falta.

Nuestra última parada sería en La Mancha. Fue muy corta porque ya no nos quedaba mucho tiempo para estar ahí así que tomamos agua, jugos, e iniciamos el viaje de regreso. Vimos un montón de árboles y grabamos videos. Tamara venía cantando: “te voy a hacer tus calzones, como los usa el ranchero, te los comienzo de lana y te los acabo de cuero” fue muy gracioso, ¡cómo nos reímos! Hasta le hacían eco, ¡no podíamos parar de reír!.

Llegamos a la escuela todos sucios y muy felices. Fueron llegando por cada uno. A Tamara su mamá le dijo: “te extrañé piojo” y ella le respondió: “yo no”, y me reí mucho. Fue un campamento de risas. En el camino a mi casa yo intenté recordar casi todo lo que hicimos. Cené y antes de dormir pensé:

“estos tres días han sido geniales: nadé en un río profundo, fui a unas ruinas con mis amigas, vi un bosque de pinos y supe lo que es altiplano…fueron definitivamente los mejores días de mi vida.

Creo que me tengo que dormir, zzz, fue un placer contar esta historia, fue bonito recordar…zzzzzzz, demasiado bonito zzzzzzzzzzzzzzzz” (Ximena).


¡hasta el próximo año!